Con la edad, la aparición de problemas de salud relacionados con el corazón cada vez es más frecuente, por eso es bueno saber más sobre “Enfermedad Cardiovascular y Ayuno Intermitente”.
Mala alimentación, tabaquismo, falta de actividad física, estrés, mala calidad de sueño, son factores que, tarde o temprano, impactan en la calidad de vida de las personas, generando no sólo afectaciones en el corazón sino también enfermedades como diabetes tipo 2, hipertensión, obesidad, entre otras patologías.
El tema es que tardamos demasiado tiempo en tomar conciencia de que mucho de eso es evitable si, desde temprana edad, adquirimos hábitos saludables y, aunque suene trillado, es una verdad que nos puede “salvar” de vivir la vejez, o la edad avanzada, dependiendo de cuánto médico y pastilla sea necesario para tratar los dolores y padecimientos que se presenten.
Este no pretende ser un post alarmista, es solo una invitación a ser responsables con la vida que elegimos vivir ahora, porque de ello dependerá la vida que vamos a tener en los próximos años.
Factores de Riesgo Cardiovasculares
Con los años, muchas investigaciones fueron capaces de identificar varios factores que influyen en la aparición de enfermedades cardiovasculares; la mayoría coinciden que los mismos pueden ser:
Diabetes,
En este caso ya sea que la producción de insulina sea insuficiente o que padezca resistencia a la insulina, lleva a que la glucosa se acumule en la sangre (hiperglucemia), causando daño progresivo en vasos sanguíneos (arterias y venas), además de acelerar el proceso de arteriosclerosis y aumentar el riesgo de alguna enfermedad cardiovascular como angina, infarto agudo de miocardio y sus complicaciones o la muerte cardiaca súbita.
Tabaquismo,
Fumar es una práctica que, aunque desde hace mucho tiempo está asociada con problemas a la salud, la gente lo sigue haciendo. Para algunos comienza como un juego de adolescentes y después intervienen otros factores como estrés y ansiedad, para que fumar sea cosa de todos los días y por supuesto, la adicción a la nicotina se vuelve inevitable.
El tabaquismo provoca bronquitis crónica, el enfisema pulmonar y el cáncer de pulmón y faringe, además, es el factor de riesgo cardiovascular más importante, ya que la incidencia de la patología coronaria en los fumadores es tres veces mayor que en el resto de la población.
Fumar produce trombosis, daño en la pared arterial, acelera el proceso de degeneración de arterias que son normales con el paso del tiempo (arteriosclerosis), genera ictus, aneurisma aorta, infarto de miocardio, etc.
Asimismo, la Nicotina desencadena la liberación de las catecolaminas (adrenalina y noradrenalina) ocasiona daño en la pared interna de las arterias (endotelio), aumenta el tono coronario con espasmo, produce alteraciones de la coagulación, incrementa los niveles de LDL (colesterol malo) y reduce los de HDL (colesterol bueno).
Por otro lado, el monóxido de carbono disminuye el aporte de oxígeno al miocardio y aumenta el colesterol y la agregabilidad plaquetaria (su capacidad de unirse y formar coágulos).
No hay un nivel seguro de tabaquismo para la enfermedad cardiovascular, por lo que siempre la recomendación es erradicarlo por completo.
Colesterol,
El colesterol es una sustancia grasa natural presente en todas las células del cuerpo humano, necesaria para el normal funcionamiento del organismo; la mayor parte se produce en el hígado.
La sangre es quien conduce el colesterol desde el intestino o el hígado hasta los órganos que lo necesitan, esto lo hace gracias a las lipoproteínas; existen dos tipos de lipoproteínas:
De baja densidad o LDL que transporta el nuevo colesterol desde el hígado a todas las células del organismo.
De alta densidad o HDL que recoge el colesterol no utilizado y lo devuelve al hígado para su almacenamiento o excreción al exterior a través de la bilis.
LDL y HDL interactúan y en función de ello tenemos:
Colesterol bueno: el colesterol al unirse a la partícula HDL transporta el exceso de colesterol de nuevo al hígado para que sea destruido.
Colesterol malo: el colesterol al unirse a la partícula LDL se deposita en la pared de las arterias y forma las placas de ateroma.
Para entender por qué es un factor de riesgo, debemos considerar que se ha demostrado que personas con niveles de colesterol en sangre de 240 tienen el doble de riesgo de sufrir un infarto de miocardio que otras con cifras de 200, esto es ya que se produce hipercolesterolemia.
Igualmente, cuando las células son incapaces de absorber todo el colesterol que circula por la sangre, el sobrante se deposita en la pared de la arteria y contribuye a su progresivo estrechamiento originando la arteriosclerosis.
Estrés,
Se ha demostrado que existe un aumento del riesgo de infarto agudo de miocardio (doble de lo normal) durante las dos horas siguientes a un episodio significativo de alteración emocional.
El detalle aquí es que es difícil su control como factor de riesgo cardiovascular ya que se produce según la intensidad de un estímulo exterior y la capacidad de respuesta de la persona ante él. Todo dependerá del individuo el adaptarse a lo que le está afectando.
Frecuencia Cardiaca,
Es el número de veces (latidos por minuto) que se contrae el corazón durante un minuto; el correcto funcionamiento del organismo necesita que el corazón actúe bombeando la sangre hacia todos los órganos y lo debe hacer a una determinada presión (presión arterial) y a una determinada frecuencia.
Este es un factor de riesgo ya que se ha demostrado que cuanto mayor es la frecuencia cardiaca, menor es la expectativa de vida. La frecuencia correcta varía con la edad.
Hipertensión,
Lo primero que hay que saber es que el corazón ejerce presión sobre las arterias para que éstas conduzcan la sangre hacia los diferentes órganos del cuerpo humano, eso es lo que se conoce como presión arterial.
La hipertensión implica una mayor resistencia para el corazón, que responde aumentando su masa muscular para responder a ese sobreesfuerzo, lo cual es perjudicial porque no viene acompañado de un aumento equivalente del riego sanguíneo. Además, el músculo cardíaco se vuelve más irritable y se producen más arritmias.
Sumamos a eso que la hipertensión propicia la arteriosclerosis (acúmulos de colesterol en las arterias) y fenómenos de trombosis (pueden producir infarto de miocardio o infarto cerebral) o en el peor de los casos, la hipertensión arterial puede provocar aneurisma o incluso ser causa de muerte.
Para que la presión arterial sea normal, los niveles máximos de presión arterial sistólica (máxima) están entre 120-129 mmHg y los de diastólica (mínima) entre 80 y 84 mmHg.
Si ocurren casos como tener elevada la presión máxima (sistólica) o la mínima (diastólica); tener elevadas tanto la mínima como la máxima o tener una alta y la otra baja, no es bueno.
Otro dato que considerar es que la presión arterial sistólica se eleva con la edad.
Obesidad y Mala alimentación,
La grasa abdominal trae aparejado un importante incremento del riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares ya que, quienes la padecen, tienen altas posibilidades de acumular grasa también en otros órganos vitales. Asimismo, estudios revelan que la hipertensión es 2,5 veces más frecuente en personas obesas que en quienes tienen un peso normal.
Sedentarismo,
Especialistas indican que hay una relación directa entre un estilo de vida sedentario y la mortalidad por problemas cardiovasculares, esto es debido a que la falta de ejercicio expone a la persona a un riesgo mayor de sufrir arterioesclerosis, hipertensión y enfermedades respiratorias. Fuente
¿Cómo el Ayuno Intermitente ayuda a prevenir la Enfermedad Cardiovascular?
Si analizamos todos los factores de riesgo antes mencionado, a simple vista podemos ver qué hay una interrelación entre ellos, de una manera u otra, alguno puede derivar en otro y viceversa, por ejemplo, un aumento de colesterol influye en presión arterial, o el tabaquismo influye en el aumento del colesterol malo y de la frecuencia cardiaca.
Esto nos da una idea de que necesitamos entender el cuerpo como lo que es, un sistema perfecto que requiere de nuestro cuidado para que todo funcione correctamente. De allí la importancia de cuidar cada una de sus partes, ya que el daño en una puede repercutir en otra.
En tal sentido, la propuesta de utilizar el ayuno intermitente como una herramienta capaz de contribuir a la reparación del organismo es muy interesante en la medida en que contribuye en la activación de mecanismos como la autofagia que permite que las células puedan desechar los residuos y regenerarse. La reparación celular es clave para la prevención de enfermedades.
De igual forma, las horas de reposo de los órganos del cuerpo que permite la ventana sin ingesta de alimentos, favorece a un mejor funcionamiento del organismo; sin olvidarnos de lo favorable que resulta el déficit calórico que puedes lograr con el AI para eliminar los depósitos de grasa, sobre todo la grasa visceral acumulada en órganos como el hígado.
Según la Sociedad Española de Cardiología, “Lo más relevante del ayuno intermitente es que su beneficio no se debe solo a la propia pérdida de peso, que ya de por sí es la clave de la prevención de muchas enfermedades, cardiovasculares, neurológicas y oncológicas fundamentalmente. Parece que, parte de ese beneficio, tiene que ver con el efecto antiinflamatorio y el aumento de la resistencia al estrés y a la oxidación, que son mecanismos transversales a muchas enfermedades, especialmente crónicas, y al proceso de envejecimiento.” Fuente
Siendo un poco más específicos en cuanto al tipo de ayuno intermitente que se evalúa, en el 2019, investigadores revelan resultados que indican que “Los efectos a corto plazo (4 semanas) del ADF (ayuno en días alternos) incluyen una mejor distribución de grasa y salud cardiovascular, así como niveles más bajos de triyodotironina. Dadas las buenas condiciones generales de salud y el bajo riesgo basal de los grupos, la mejora observada sugiere que la ADF a corto plazo es una intervención válida para mejorar la salud cardiovascular en la población general. Los efectos a largo plazo (6 meses) del ADF incluyen niveles más bajos de colesterol y triyodotironina sin efectos secundarios adversos.” Fuente
Tiempo después, en el año 2021, otra investigación afirma: “Todas las formas de ayuno revisadas aquí: el ayuno en días alternos (ADF), la dieta 5:2 y la alimentación restringida en el tiempo (TRE) produjeron una pérdida de peso leve a moderada (1-8 % desde el inicio) y reducciones consistentes en la ingesta de energía (10-30% desde el inicio). Estos regímenes pueden beneficiar la salud cardiometabólica al disminuir la presión arterial, la resistencia a la insulina y el estrés oxidativo. Los niveles de colesterol de lipoproteínas de baja densidad y triglicéridos también se reducen.”
Y para finalizar,
Este año 2022, otro estudio analiza el caso del TRE, entendido como la práctica que consiste en limitar la ventana de alimentación a un número específico de horas por día (generalmente de 4 a 10 h) y ayunar (con bebidas sin calorías) durante las horas restantes del día, según lo describe… La apreciación de dicho estudio confirma que la evidencia acumulada sugiere que TRE produce una leve pérdida de peso y también puede mejorar algunos aspectos de la salud cardiometabólica al reducir la presión arterial y la resistencia a la insulina. Fuente
Aunque pecamos de excedernos en las referencias bibliográficas, es necesario y confiable acudir a ellas para poner en evidencia las evaluaciones para confirmar el impacto positivo de las prácticas de ayuno intermitente.
Una vez más resaltamos que la práctica de ayuno intermitente debe hacerse con un protocolo personalizado y siguiendo las indicaciones de un especialista en el tema, no todos los tipos de ayuno pueden ser practicados por cualquier persona.
Igualmente, es necesario tener muy presente que la prevención de enfermedades, ya sean cardiovasculares o de otro tipo, no se trata solo de una dieta de un par de semanas o meses, sino de asumir un compromiso para adquirir y practicar hábitos que contribuyan a un estilo de vida saludable, algo en lo que, sin dudas, el ayuno intermitente puede colaborar.
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