Controla tu grasa visceral con el Ayuno Intermitente, un tema que va más allá de lo estético

“Controla tu grasa visceral con el Ayuno Intermitente” es una invitación a cuidarte y elegir no solo verte sino sentirte bien…

Somos muchos los que nos interesamos en el ayuno intermitente con la idea de que nos ayude a bajar y/o controlar nuestro peso corporal.

La salud muchas veces es la promotora, pero con el solo hecho de pensar que el ayuno colabora para bajar la panza y tener un cuerpo un poco más esbelto, no hay tiempo que perder, es momento de atreverse y hacerlo.

De igual manera, quienes se animaron al ayuno intermitente, con el tiempo, fueron descubriendo que practicarlo puede tener otros beneficios. Claro está que para ello es importante no solo la práctica, sino también el compromiso con obtener los conocimientos y el apoyo necesarios para encontrar el tipo de ayuno que se adecue a quien lo hace.

En varios de nuestros post hablamos de cómo funciona el ayuno intermitente con respecto a la grasa, por ejemplo en “Ayuno Intermitente Vs Dietas: ¿Cuál es Mejor?“, pero ahora vamos a focalizarnos en qué pasa con la grasa visceral cuando ayunamos.

¿Qué es la grasa visceral?

Los depósitos adiposos en el cuerpo se pueden dividir en WAT (tejido adiposo blanco o amarillo) y tejido adiposo marrón (BAT), en función de su color y origen del desarrollo.

El WAT se puede dividir en WAT visceral (vWAT) y WAT subcutáneo (scWAT), dependiendo de la localización dentro o fuera de la cavidad abdominal, respectivamente; el tejido adiposo subcutáneo es el que nos preocupa en cuestiones estéticas, sin embargo, deberíamos preocuparnos más por el visceral.

La vWAT es la que se acumula en la cavidad abdominal, en los alrededores del hígado, páncreas, pero también la grasa visceral rodea el corazón.

Altas cantidades de vWAT son responsables de la acumulación de grasa en las arterias y se ha correlacionado positivamente con la resistencia a la insulina, diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, síndrome metabólico, cáncer y alta morbilidad, por lo que se la considera un enemigo silencioso.

El aumento de la grasa visceral se origina por una mala alimentación, exceso de azúcar y carbohidratos, consumo de alcohol y refrescos, altos índices de estrés o estrés crónico, mala calidad de sueño, sedentarismo, etc.

Controla tu grasa visceral con el Ayuno Intermitente

Si analizamos nuestra vida diaria, es fácil visualizar todos los factores que colaboran directamente en el aumento de la cantidad de la vWAT que tenemos en nuestro cuerpo.

Eso debe ser una señal de que es momento de poner en práctica nuevos hábitos que colaboren en el control y disminución de altos índices de ese enemigo silencioso.

El AI es una buena herramienta para ello, veamos por qué.

Aquí podemos hacer hincapié en el uso de la grasa como fuente de energía, lo que logramos si consumimos niveles bajos o nulos de carbohidratos y logramos un buen nivel de flexibilidad metabólica.  Esto lleva a que nuestro cuerpo pueda utilizar tanto los hidratos de carbono como la grasa, para obtener energía, sin por ello causar efectos colaterales como por ejemplo, cuando nos sentimos débiles al no ingerir carbohidratos.

El AI es ideal para lograr la flexibilidad metabólica gracias a que, después de las 12 horas de ayuno, se produce la lipólisis, es decir, el cuerpo comienza a utilizar grasa como fuente de energía.

En relación a ello, la cantidad de carbohidratos que ingerimos es fundamental, ya que son las principales fuentes de energía que utilizamos, y solo hasta que se agoten, podemos hacer uso de la grasa almacenada.

Igualmente, combinar el AI con una alimentación basada en productos con bajo índice glucémico, es muy recomendada para bajar o evitar la resistencia a la insulina.

También es importante el rol del ayuno intermitente a la hora de regular los niveles de insulina; si disminuye la insulina en sangre, se acumula menos cantidad de grasa, caso contrario, la insulina elevada, obstaculiza la pérdida de peso ya que inhibe la lipolisis.

Por otro lado, ya desde las 8 horas de ayuno comienzan a producirse cambios a nivel hormonal  generando que se acelere el metabolismo, lo que a su vez, permite gastar más rápido las reservas de glucógeno y facilita el acceso al uso de grasas como fuente de energía.

Vale aclarar que las hormonas son las que determinan dónde se acumula la grasa.

Sumado a ello, no podemos dejar de mencionar los efectos del ayuno para disminuir los niveles de inflamación y por lo tanto facilitar la pérdida de grasa; su capacidad para promover la cetosis, junto a una dieta baja en carbos, que permite usar grasa acumulada; los efectos del ayuno para aumentar la testosterona y por ende contribuir a mantener bajos niveles de grasa corporal; además, un estudio revela que el ayuno intermitente promueve el oscurecimiento del tejido adiposo blanco y disminuye la obesidad al moldear la microbiota intestinal.

Un último dato que no debemos desestimar es que hacer ejercicio quema mayor grasa visceral, mientras que la restricción calórica contribuye a una disminución de la cantidad de grasa total.

Ello es una invitación a practicar ejercicios de intensidad moderada a elevada, que son los más recomendados para bajar la peligrosa grasa visceral y que, combinados con el AI, potencian sus efectos.

Para finalizar, es bueno hacer mención a que los resultados mencionados hasta aquí, dependerán del tipo de ayuno y que el mismo sea adecuado para la persona que lo practica.

Siempre es necesario tener un médico que acompañe en el proceso y así evitar casos no deseados, por ejemplo, en personas con problemas de tiroides, no necesariamente el ayuno será una herramienta adecuada para la pérdida de grasa.

Cuestionamientos de la efectividad del AI para bajar la Grasa Visceral

En los primeros meses del año 2021 se publicó un estudio que cuestiona el rol del AI como práctica eficaz para bajar la grasa visceral.

De acuerdo a dicha investigación, los datos muestran los cambios significativos y únicos que ha experimentado vWAT para preservar la reserva de lípidos durante los episodios repetidos de ayuno intermitente.

Se entiende que el ayuno intermitente baja la lipólisis, ya que genera una disminución de 4 veces de la proteína ADRB3, que impacta de forma negativa en la oxidación de ácidos grasos.

Esa conclusión es contraria a la premisa que afirma que el AI aumenta la lipólisis, debido a que, al no comer, no tenemos ingreso de energía, por lo que el cuerpo busca producirla a partir de la oxidación de los ácidos grasos.

Este enfrentamiento de conclusiones, pone en duda la capacidad del ayuno intermitente como medio para reducir la grasa visceral…

No obstante, hay que entender todo ello en un contexto de investigación respecto al AI, por lo que las conclusiones no son definitivas.

El estudio se realizó en ratas bajo un tipo específico de ayuno, EODF, ayuno cada dos días, que para extrapolarse a un humano puede asimilarse a un ayuno prolongado.

Igualmente, se debe considerar que la resistencia a la lipolisis en el cuerpo de quién práctica ese tipo de ayuno, se produce sólo en relación a la grasa visceral y no es extensivo a la grasa subcutánea, algo que no se pudo explicar por qué.

La investigación también arroja otro resultado interesante que afirma que la práctica del ayuno baja los niveles de lipotoxicidad.

Si ese efecto puede ser probado en humanos, significaría un gran avance ya que disminuye los impactos de la obesidad en hígado graso, corazón rodeado de grasa, afectaciones en el sistema inmune, etc.

Aunque las conclusiones obtenidas son parciales y no permiten confirmar la ineficiencia del ayuno para producir la lipólisis, son un importante punto de partida para profundizar las investigaciones respecto a si el ayuno prolongado genera resistencia a la lipolisis, siendo el ayuno no prolongado, una mejor alternativa.

Lo mismo sucede respecto a la lipotoxicidad, otro tema muy interesante y un disparador para estudios con gran potencial en la búsqueda de mejorar la salud de las personas.


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