Utiliza el Ayuno Intermitente para prevenir y revertir el hígado graso

“Utiliza el Ayuno Intermitente para prevenir y revertir el hígado graso” conoce más de un tema de gran impacto para la salud…

¿Qué se te viene a la mente cuando te mencionan el hígado graso?

Una de las opciones es relacionarlo directamente con la cantidad de grasa que comemos, pero ¿será así?…

La complejidad del cuerpo humano se puede comparar con un reloj, en su maquinaria cada una de sus partes es una pieza fundamental para que todo funcione de forma adecuada, si se daña alguna, todo ese perfecto sistema comenzará a fallar.

En el cuerpo, el hígado tiene un papel importantísimo para su funcionamiento, con tareas que lo transforman en un órgano vital; es por eso por lo que cuidarlo es prioridad, aunque no muchos lo hagamos bien.

Beber alcohol en exceso, comer azúcares refinados sin un control, dietas basadas en carbohidratos y productos muy procesados, combinados con mala calidad de sueño, sedentarismo, estrés, son parte de los malos hábitos que, si se presentan por largo tiempo, pueden dañar el hígado…

Igualmente, salvo casos de enfermedad avanzada, siempre estamos a tiempo de revertir las condiciones adversas a las que exponemos nuestro cuerpo, vamos a ver cómo.

¿Por qué es importante el Hígado?

No es novedad que la falta de cuidado de nuestra alimentación a lo largo de la vida puede traer complicaciones a la salud, entre ellas, el hígado graso tiene especial importancia.

El hígado es el segundo órgano más grande del cuerpo después de la piel, es el encargado de tres funciones vitales indispensables como son:

  1. Desintoxicación: actúa como filtro que recoge y elimina toxinas, ya sea de aquellas que están presentes de forma natural en los desechos producidos por nuestro organismo (amoniaco, por ejemplo) o de las toxinas que ingerimos, caso del alcohol.
  2. Almacenamiento: funciona como una especie de contenedor de vitaminas (A, D, E, K) y de glucógeno (hidratos de carbono). Se almacena energía en forma de azúcar.
  3. Síntesis: se encarga del metabolismo de los carbohidratos, lípidos y proteínas, secretando la bilis, esencial para la digestión. También evita hemorragias a través de un proceso de coagulación.

Aunque se simplifique en esa tres, la realidad es que las tareas son muchas más y su importancia para la salud de nuestro organismo es crucial.

Hígado Graso, causas y efectos de su presencia en el cuerpo

Hoy en día, la enfermedad por hígado graso no alcohólico es la enfermedad hepática más frecuente en todo el mundo, con una tasa de prevalencia global estimada del 24‐25 %. La carga de la EHGNA ya es de por sí importante, pero debido al continuo incremento de las tasas de adultos con obesidad y diabetes mellitus tipo 2 y a las tendencias al envejecimiento poblacional, es probable que la afectación hepática y la mortalidad asociadas a la EHGNA aumenten en todo el mundo a lo largo de las próximas décadas. Fuente

El hígado graso encuentra entre sus causas a un excesivo consumo de alcohol y/o un exceso en consumo de azúcares y carbohidratos. De esta manera, las grasas que ingerimos no son las responsables de la enfermedad del hígado graso.

El proceso para llegar a ese estado comienza cuando el hígado recibe glucosa, la cual debe metabolizar, la transforma en grasa, una parte de esa grasa se guarda en el hígado y la otra la exporta por sangre a otras partes del cuerpo.

Cuando la grasa se acumula en el hígado genera lo que se llama lipotoxicidad que perjudica su normal funcionamiento.

Cuando se desarrolla hígado graso debido a que bebe mucho alcohol, se lo llama enfermedad del hígado graso alcohólico (NAFLD, por sus siglas en inglés); sino se lo conoce como enfermedad del hígado graso no alcohólico (HGNA).

Hay distintos grados de hígado graso,

El primero es el hígado graso simple, cuando hay acumulación de exceso de grasa en el hígado.

Luego tenemos la Esteatohepatitis que se produce cuando, además del exceso de grasa en el hígado, también hay inflamación.

La Fibrosis es el tercer grado y sucede cuando la inflamación persistente en el hígado ha causado cicatrices. A pesar de lo avanzado de la mala salud hepática, el hígado todavía puede funcionar normalmente.

Por último, tenemos la cirrosis, aquí las cicatrices del hígado se han generalizado, afectando la capacidad del hígado para funcionar. Es irreversible y puede ser causa de trasplante de hígado. Puede generar cáncer.

Es importante estar alerta para identificar este tipo de patologías ya que el hígado graso es una enfermedad silente, es decir, no produce síntomas, y para detectarlo, si o si debes acudir a un médico, quién deberá, mediante análisis y estudios específicos, diagnosticar.

Sin embargo, hay algunos indicadores de riesgo que sirven de señales para acudir a realizar un chequeo, estos pueden ser perímetro abdominal grande, exceso de grasa visceral, cuadro de resistencia a la insulina, casos de síndrome metabólico, triglicéridos elevados, quienes fueron operados para extraer vesícula tienen mayor riesgo, el síndrome de ovario poliquístico y el hipotiroidismo también pueden estar relacionados al hígado graso.

Ayuno Intermitente e Hígado Graso

Conociendo las causas del hígado graso, podemos deducir que una de las acciones más adecuadas para sanarlo es ponerse a dieta, en principio, limitar y/o excluir la ingesta de alimentos y el alcohol que perjudican tu hígado.

Asimismo, tenemos el ayuno intermitente, una poderosa herramienta que puede ayudar a disminuir y erradicar esa condición desfavorable del hígado, siempre acudiendo a una práctica con un sistema adecuado.

Entre los principales efectos positivos del ayuno tenemos la pérdida de peso, que puede lograrse si en los periodos entre la ingesta y el de ayuno, tenemos un déficit calórico; sumado a una alimentación saludable y ejercicio, es clave para colaborar en sanar el hígado.

Los estudios de biopsias hepáticas pareadas han demostrado que una pérdida de peso corporal (BW) de ≥5 % se asocia con reducciones significativas de la esteatosis hepática (HS), una pérdida de peso de ≥7 % se asocia con una disminución de la inflamación hepática y una pérdida de peso de ≥10 % la pérdida se asocia con una reducción de la fibrosis. Fuente

Otro dato relevante, según un estudio del 2020, indica que la enfermedad del hígado graso no alcohólico (EHGNA) es a menudo la expresión hepática del síndrome metabólico y sus comorbilidades que comprenden, entre otras, la obesidad y la resistencia a la insulina. Fuente

Tal situación se suma al hecho de que no existen por el momento terapias farmacológicas aprobadas para curar el hígado graso, por lo que las recomendaciones se centran en controlar los factores de riesgo y los cambios en el estilo de vida que incluyen actividades dietéticas y físicas.

Aquí el ayuno intermitente puede hacer grandes aportes, en principio, como una medida preventiva del síndrome metabólico y por supuesto en el control y erradicación de la resistencia a la insulina.

Recordemos el rol de la insulina, que es clave para la lipogénesis (formación de grasa) y lipolisis (eliminación, oxidación de grasa); si la insulina está baja favorece la lipólisis.

También hay un importante aporte del ayuno en el control de la grasa visceral, promoviendo la flexibilidad metabólica y el uso de las grasas como fuente de energía.

Por otro lado, una investigación indica que el consenso general es que la microbiota intestinal, el estrés oxidativo y el daño mitocondrial juegan un papel clave en la patogénesis de la EHNA. Fuente

Una vez más, es el AI es el que puede favorecer a la salud de tu Microbiota como te lo comentamos en un post anterior y no podemos dejar de hacer mención a la autofagia, regulación del colesterol y otros beneficios comprobados científicamente del AI que contribuyen a una buena salud en general y como medidas de prevención de otras enfermedades que se relacionan de forma directa con el hígado graso.

Un último tip, los hábitos alimenticios son muy importantes para evitar y/o revertir condiciones de hígado graso, dejar de beber alcohol, reducir consumo de azúcar, evitar fructosa (jugos de fruta, por ejemplo) y refrescos, moderar las harinas, es esencial.

Concéntrate en alimentos que contribuyen a la salud hepática como cítricos, pomelo de preferencia, verduras verdes y de hoja como brócoli, espinaca, lechuga, pescado azul, gracias al Omega 3, también la sardina, salmón, aguacate, zinc, vitamina C y D, té verde, arándanos, etc.

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